lunes, 30 de abril de 2012

Severina (Rodrigo Rey Rosa)

El arte de la novela corta es elusivo, difícil, muy similar al del relato. Se trata de podar casi todo salvo lo esencial, y aun esto contarlo de manera velada, como en sordina. Algo así sucede en esta novela, perfectamente inocua, que da para dos tardes de lectura vagamente entretenidas. La idea de partida -un librero que se enamora de una ladrona de libros- resulta simpática, como simpático es el tono y la ligereza con que se cuenta la mayor parte de la historia, que pretende caminar por los derroteros del delirio amoroso, pero que en mi opinión se queda apenas en enajenación transitoria. Algunas ideas levemente sugeridas -como la existencia de una peculiar cofradía de seres que viven únicamente "por y para los libros", o el iluso enamoramiento preñado de literatura al que, ay, somos tan proclives los letraheridos- despiertan un poco el interés, pero todo ello está apenas apuntado, como contado con pudor, siguiendo esa máxima literaria -con la que nunca estuve de acuerdo- del "menos es más". Quizá es que necesito algo más de carne en las historias que pasan delante de mis ojos, porque si no se me desvanecen entre los dedos. Aunque sé que en esto voy contracorriente. Así las cosas, no soy capaz de decidir si he leido un buen libro o no. Lo que sé es que lo olvidaré en cuanto lo guarde en mi estantería.

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